Una tarde con Benedict Cumberbatch
Traducción libre de la experiencia publicada por Samuel Bradley en su blog.
Las celebridades pasan una notable porción de su tiempo con fotógrafos. Pasan este tiempo asignado frente a la cámara, escogiendo qué tanto revelar de ellos mismos, posando, no posando, satisfaciendo alguna solicitud y otras veces rechazándolas… entonces se van, a menudo dejando una impresión al fotógrafo, lo que trae la pregunta, ¿cuál es la impresión que deja el fotógrafo en una celebridad? Sería fácil dejar una mala impresión, ser un pesado, pero dejar una impresión que dure antes de que alguien vea las fotos, ¿Qué tan a menudo pasa eso?

No soy una persona extravagante, ruidoso, o bullicioso. Poseo algunas de las cualidades que se pueden imaginar de un fotógrafo de celebridades. Soy educado, paciente, ansioso al principio, más confiado conforme avanza la sesión, ocurrente si me siento con suerte y me gusta hablarle a quien le hago la fotografía, no sólo haciéndole preguntas como si fuera una especie de entrevista extra, sino también hablando de mí, por lo que es una conversación entre dos personas normales, no doy muchas instrucciones cuando hago un retrato, espero, doy un empujoncito, espero un poco más, hago sugerencias, sigo esperando hasta que ‘la fotografía aparece’. A veces tomo fotografías para llenar el tiempo en lo que ‘la fotografía’ aparece y a veces esas funcionan, pero casi siempre sé cuando debo tener esa toma por la que he esperado antes de ver las anteriores o ver las hojas de contacto. En este caso, con Benedict, fotografié completamente en rollo.
No quiero exagerar, estoy seguro de que mi asistente podrá decirte como a todos los que estaban observando, no hubo un intercambio notable entre el Señor Cumberbatch y yo. En algún punto le dije que estaba siendo “muy sexy”, creo que había desabotonando un poco su camisa, y se volvió una broma durante toda la sesión, pero probablemente estoy siendo algo romántico, aunque eso se queda en mi mente, haciéndolo más bello cada vez que lo cuento.

Es intimidante, de verdad, hablar con alguien cuya personalidad lo ha catapultado a la fama internacional. No logré algún éxito en la fotografía porque soy gracioso, brillante, ocurrente o encantador, llegué a donde estoy por mí “ojo” (y posiblemente a mi estrategia de negocios). Si hice o no un buen trabajo, no se vuelve evidente si no hasta mucho después, que la sesión ha terminado y todos se han ido a casa. Benedict, por otro lado, se le requiere que exhale carisma todo el tiempo, la naturaleza de su talento significa que es instantáneamente evidente, una vida juzgada. Para fotografiar a alguien con la fuerza de carácter que él posee es esforzarse frenéticamente a capturar una porción, incluso si es solo por un segundo, es todo lo que se necesita, así es como se consigue la inmortalidad de una imagen fija.
Tuve mucha retroalimentación en la historia de la revista OUT, notablemente por los devotos admiradores de Benedict, quienes sin duda conocen lo mejor de todo, son seguidores de todo lo que él hace, cada foto, cada entrevista, programas en el que aparece y anexos. Aun no sé lo que el mismo Benedict piensa de las fotografías, o yo como persona en ese caso, y no creo que algún día lo entienda, al menos no directamente.
Todo lo que puedo decir con certeza sobre mi tiempo con Sherlock, Smaug, Julian, Alan, Khan, es que nunca me sentí torpe o incomodo, pase la mayor parte del tiempo sonriendo, otro riendo, y si dejé o no alguna impresión en él, estoy eternamente agradecido de que él haya sido mi primera portada.
#LeeLee
el siempre va dejar esa impresión, por que es un encanto!!
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