De las muchas notas que se han publicado el día de hoy en torno a la primera función de Hamlet en el Barbican, con Cumberbatch en el rol principal, hemos elegido traducir el artículo de Michael Billington publicado en The Guardian (ver aquí el original). En primer lugar, porque Billington es el crítico de teatro con más larga trayectoria en el Reino Unido y ha colaborado en ese periódico por más de 40 años. En segundo: Su conocimiento de las diferentes representaciones de Hamlet está más que comprobado en este artículo (del 2008) en el que elije las 10 mejores actuaciones. [Traducción de Tere T.]
Ningún actor puede fallar como Hamlet: un héroe profundamente misterioso
Michael Billington
En el Barbican de Londres, Benedict Cumberbatch se adueñará de un papel que desafía la edad, trasciende el género y permite a los actores jugar con sus fortalezas
La noche del miércoles, Benedict Cumberbatch pisa el escenario Barbican por primera vez para representar a su tan esperado Hamlet. Inevitablemente, es su fama como el Sherlock de TV y su éxito en películas que van desde The Imitation Game a Star Trek y las películas de El Hobbit lo que le da sabor a la ocasión. Pero, con todo este bombo publicitario sobre Cumberbatch pasando de ser el detective de Baker Street a la conciencia de Elsinore, sería absurdo ver esto como una dudosa elección de elenco.
Cumberbatch tuvo un aprendizaje teatral muy largo mucho antes de llegar a interpretar al príncipe. La primera vez que realmente le tomé el tiempo fue cuando interpretaba a Tesman en una reposición de Hedda Gabler de Ibsen en el Almeida en 2005. Yo no estaba solo cuando me fijé en él. Harold Pinter**, mientras admiraba enormemente la actuación de Cumberbatch, le dijo a su esposa, Antonia Fraser, que el actor nunca llegaría a la cima con un nombre así. Como dice Antonia: «Cualquiera que sean las grandes cualidades de Harold, el don de la profecía no era uno de ellos.»
Pero Cumberbatch selló rápidamente su reputación teatral. Fue el héroe inconformista del Rhinoceros de Ionesco en el Royal Court en 2007 y el hedonista historiador en Después de la Danza de Rattigan en el National en 2010. Fue su sensacional doble actuación como Frankenstein y el monstruo en el National en 2011 – alternando los roles con Jonny Lee Miller- lo que lo marcó como un gran actor clásico en potencia. Mi primer pensamiento fue que este hombre estaba listo para hacer frente a los grandes papeles de Shakespeare: Ricardo II, Macbeth, Hamlet.
Incluso su Sherlock confirmó esa impresión. Recuerdo a un colega, Benedict Nightingale, una vez bautizado como John Wood, cuando interpretó al gran detective, «el Hamlet de Baker Street». Y Cumberbatch proveyó al personaje con una mezcla similar de impredecible inteligencia y melancolía interior. Incluso se puede ver al Doctor Watson de Martin Freeman como el equivalente al Horacio de Shakespeare.
Entonces, ¿cómo le irá Cumberbatch como Hamlet? El papel en sí es uno que no deja de fascinar. Ya en 1899, Max Beerbohm lo describió como «un aro a través del cual todos los actores eminentes deben, tarde o temprano, saltar». Pero el amigo de Beerbohm, Oscar Wilde, estaba más cerca de la marca cuando escribió, ocho años antes, que: «En realidad no hay tal cosa como el Hamlet de Shakespeare. Si Hamlet tiene algo de la precisión de una obra de arte, también tiene toda la oscuridad que pertenece a la vida. Existen tantos Hamlet como existen melancolías».
El punto de Wilde era que la individualidad del actor es una parte vital de la interpretación. Eso es cierto para todo Shakespeare. Pero el actor que interpreta a Lear, Falstaff o Cleopatra está necesariamente involucrado, en cierta medida, en una hazaña de suplantación. Lo que hace único a Hamlet, como papel, es su capacidad para adaptar las fortalezas particulares de un actor. John Gielgud destacó la introspección lírica de Hamlet, Laurence Olivier su virilidad atlética, Nicol Williamson su disgusto rencoroso, Mark Rylance su aislamiento atormentado, David Tennant su humor volátil.
Es un papel que desafía la edad: Vi a David Warner interpretarlo cuando tenía 24, Michael Redgrave cuando tenía 50 (Cumberbatch, a los 39, se divide más o menos la diferencia). Es también una parte que trasciende géneros divinamente. De los tres Hamlet femeninos que he visto, Frances de la Tour estuvo marcado por un temerario vigor, la alemana Angela Winkler por una ternura delicada y Maxine Peake por un detector de mierda integrado.
Para decirlo en pocas palabras, ningún actor puede fallar como Hamlet. Yo no niego que el papel ponga prueba la técnica vocal del actor y la resistencia física al máximo. Pero el personaje – compuesto por una aguda cordura y desesperación existencial, vacilación infinita y acción impulsiva, auto-laceración e ironía vigilante- es tan multifacético, que se ve obligado a coincidir en algún momento con los dones particulares de un actor. La prueba real no es si un actor puede interpretar a Hamlet: es qué tanto puede abarcar de la multi-dimensionalidad del personaje.
Obviamente, el mundo está emocionado por ver lo que Cumberbatch hace de este papel; y sería ocioso pretender que su fama gracias a la TV y el cine no es una razón importante para esa emoción. Pero yo diría que las actitudes hacia la tragedia de Shakespeare han cambiado a lo largo de mi vida. No sólo vamos a ver a la estrella interpretando: vamos a ver una obra. Elsinore, por ejemplo, ya no es un borroso telón de fondo, sino una parte crucial de la experiencia: en innumerables producciones, incluidas las de Yuri Lyubimov, Richard Eyre y Nicholas Hytner, se ha convertido en una siniestra red de espionaje.
Hamlet mismo también se define cada vez más por su relación con los personajes que le rodean: en producciones recientes, el astutamente pragmático Claudio de Patrick Stewart, la trágicamente abusada Ofelia de Pippa Nixon, la Gertrudis motivada por la bebida de Imogen Stubbs, han llegado a tener un enfoque tan agudo como el protagonista. Espero que cuando la producción de Lyndsey Turner en el Barbican se de a conocer oficialmente a la prensa, no va a ser juzgada simplemente como una prueba de la habilidad clásica de Cumberbatch: Frankenstein por sí solo demostró que tenía los pulmones para la pieza. Será también, espero, vista como un obra con un héroe profundamente misterioso, que, como decía Wilde, tiene toda la oscuridad de la vida.