Cumberbatch en la revista Expresso (Portugal) – Parte Uno


En el número de enero de la revista impresa Expresso de Portugal, se ha publicado una serie de textos dedicados a Benedict Cumberbatch. Por su extensión, las reproduciremos en tres partes.
Esta primera parte es un análisis exhaustivo de su actuación en Parade’s End, destacando aquellas cualidades que hacen que el autor Pedro Mexia considere a Benedict Cumberbatch como «el mejor actor del momento». OJO: Puede contener SPOILERS para quienes no han visto esta mini-serie.
Agradecemos a Ana B.M. la traducción de este material. 

Benedict Cumberbatch es probablemente el Mejor Actor del Momento

Es conocido sobre todo por la serie “Sherlock” pero su talento no se agota en la presentación. En la semana de estreno de “El Código Enigma” un recorrido del más inteligente y versátil actor de este milenio.

Por Pedro Mexia

portada de a devisDavid Thomson, en su última edición de su indispensable diccionario biográfico de cine, escribió que la auto confianza de Benedict Cumberbatch comenzó después de usar el nombre de nacimiento, tan extraño y tan anticuado. Esa dimensión ‘fuera de tiempo’ es esencial en Cumberbatch: recientemente, el actor declaró su compromiso a través de un anuncio en el ‘Times’, y explicó después que quería evitar a los representantes y las redes sociales. Para bien o para mal, Cumberbatch ha sido clasificado como ‘elegante’, ‘bizcocho’ o ‘fresa’, tal como Dominic West, Damian Lewis, Tom Hiddleston o Eddie Redmayne. De ojos azules muy claros, los pómulos del rostro, de la palidez a pulidos, es fácil encontrar trazos aristocráticos en este joven nacido en 1976, a pesar de que él rehúsa esa calificación (se ha manifestado en diversas causas progresistas, anti austeridad, etc). En todo caso, el sistema de clases tiene una importancia en el Reino Unido y en el imaginario inglés; por eso entendemos mejor el aura de Cumberbatch, si seguimos con atención su trabajo en la serie «Parade’s End» (2012), en la cual interpreta a la figura inolvidable de su corta carrera Christopher Tietjens.

«Parade’s End» es el nombre genérico de una tetralogía romántica de Ford Madox Ford, un modernista-conservador inglés que nunca alcanzó gran éxito, a pesar de la estima de algunos críticos y colegas. Ex combatiente de la I Guerra Mundial, escribió sobre esa época en varios libros y dividiéndolas en cuatro novelas intituladas «Some Do Not» (1924), «No More Parades» (1925), «A Man Could Stand Up» (1926) y «Last Post» (1928). Un poco incoherente, narrativamente, muy centrado en monólogos interiores, «Parade’s End» es, como ha sido notado, una novela de guerra casi sin guerra, una novela sobre sexo sin actos sexuales, y un romance político sin política verdaderamente dicha. Una de sus peculiaridades es dar tanta importancia al frente del combate, como a los sucesos ingleses. Dos años antes del centenario de 1914, la BBC encargó a Tom Stoppard adaptar esos cuatro volúmenes de Ford a una serie de cinco horas y el drama de origen demostró que no había perdido la mano.

PortadaAhora, tenía otros méritos, la adaptación tal como la novela, vale sobre todo por los protagonistas, Christopher y Sylvia Tietjens, interpretados con Cumberbatch y Rebecca Hall. Para Cumberbatch se trata de cierto modo de la definición de un perfil, un poco como ‘Revivir el Pasado en Brideshead’, como la presentó y definió Jeremy Irons. Tal como los personajes de Evelyn Waugh, los de Ford viven en ‘Ciudades de Privilegio’, en la clase alta inglesa, y son todas chifladas y cómicas, voluntaria o involuntariamente; comandantes ebrios, vicarios con [el síndrome de] tourette, socialites desenfrenados, románticos feudalistas. La idea de ‘Parade’ (estoicismo, o tal vez decoro) juega con la ambigüedad de la palabra que obviamente también significa ‘parada militar’. A cierta altura, un oficial proclama: ‘there will be no more parades (N.T.: ‘ya no habrá más desfiles’). Y Christopher Tietjens afirma que la noción de ‘Parade’ murió con él.

Como sabemos, la Primera Guerra terminó con el viejo orden, con la orden aristócrata, digamos, y Christopher Tietjens tiene perfecta noción de eso. Se presenta como ‘El último Tory’ y decreta que ‘ahora somos todos bárbaros’. Sus valores son el deber, la patria, la fidelidad, la honra y el sacrificio. Detesta el dinero, la modernidad, la civilización de la máquina. Tietjens cree que ‘todo acabó’ en el siglo XVIII, tal vez en 1789. ‘What I stand for is gone‘ (N.T.: ‘Lo que yo defiendo se ha ido’), dice el personaje de Cumberbatch, todo él tragedia y contención, esnobismo y desprecio. Tietjens es un hombre reservado, pero divertido, brillante y aborrecido, tímido, pasivo, carismático. Y Cumberbatch transmite cada una de estas modulaciones y contradicciones, generalmente sin decir nada o lo mínimo posible.

1904181_10204798524217146_4210494246977544646_nLa desgracia de aquel hombre que ‘vive según los modos de conducta anticuados’, viene también de estar casado con una mujer de costumbres muy diferentes, impulsiva, mal hablada, desinhibida, fútil, Sylvia le confiesa a Christopher que no sabe si él es el padre de su hijo. Por todos lados, ella encuentra admiradores y amantes, aunque esa aparente promiscuidad, sea tal vez una fachada. Christopher Tietjens no sabe cómo soportar tal situación y lleva una vida privada ‘incomprensible y embarazosa’. Nunca deja que la cólera prevalezca sobre la buena educación, practica el ‘perdón sin piedad’, y acepta siempre declararse culpable de todo lo mal que pasa. Angustiado y ridiculizado, es un ‘gentleman‘ (NT. ‘caballero’) que nunca cede a la presión. Se entretiene corrigiendo la enciclopedia Británica, sufre con la rumorología, es una criatura de museo, después un soldado celoso y angustiado, un ‘Hamlet de las trincheras’, por fin un amante incómodo, e infaliblemente decente.

Vale la pena estar atento a este personaje, justamente porque está en las antípodas de que es un figura aceptable para los patrones actuales ingleses y ‘high class‘, los hombres y mujeres de «Parade’s End» usan frases formales, hiper gramática, llenas de ambages y de eufemismos, de formulaciones como ‘it is entirely possible that I may not‘ (NT, ‘es muy posible que no pueda’). Se considera ‘gente de calidad’. Pero no se confunda, «Parade’s End» con una telenovela de prestigio como «Downton Abbey». Un crítico llamó a «Parade’s End» una especie de ‘Downton para adultos’ y es de eso de que se trata, de una inusitada empatía facial a una clase y una ética que pertenece a los libros de historia, pero esta vez sin las mentiras piadosas, de la paz interclasisista o sin sufrimientos epidérmicos, de melodrama. Graham Moore, un fan de los libros de Ford, les reconocía una espesura moral poco común. Y la devoción al pasado, que tiene como símbolo el cedro centenario de la quinta Groby, en la Yorkshire, podía ser una página de «Brideshead», que es todo, menos telenovela. «Parade’s End» es ciertamente un drama histórico sofisticado, tocando todas las cuestiones de la época (las sufragistas, el independentismo irlandés, el pacifismo, los poetas guerreros, el choque de la guerra tecnológica, el colapso de la aristocracia); pero la guerra es aquí casi un accidente, más de lo que en otros filmes, como «Expiación» (2007) o «Caballo de Guerra» (2011); hay una guerra interior que Ford quería contar, y que Stoppard mantuvo intacta.

10955657_10204798526297198_1910969439403437592_nBenedict Cumberbatch, londinense, hijo de actores y descendiente de militares y diplomáticos, nunca protagonizó nada tan bueno como «Parade’s End», a pesar de estar adentrado en varias series televisivas como «Fourtysomething» (2003), con Hugh Laurie, un Sherlock modernizado (desde 2010). Hizo de William Pitt, de Vincent Van Gogh, de Stephen Hawking, de Julian Assange y de Alan Turing. Fue uno de los amigos de Smiley en «El Topo» (2011) y un esclavista moderado en «12 Años Esclavo» (2013). Incalculable, se mantiene aún ligado a iconos de la cultura popular como «Star Trek», «Los Simpsons» o «El Hobbit» de Peter Jackson. Apenas comenzó a estudiar en teatro, Cumberbatch participó en piezas, y se hizo notar interpretando textos de Shakespeare, Ibsen o Rattigan. También hizo locución de documentales, programas y radio, grabó audio libros. Ganó incontables premios, millares de fans (incluyendo las autodenomiadas «Cumberbitches») y apareció en las habituales listas de los hombres más interesantes y más atrayentes. Pero Chrsitopher Tietjens es su personaje más memorable y duradero hasta ahora, aquel que justifica las frecuentes comparaciones a los Oliviers a los Guiness. Y si en un papel tan ingrato Benedict Cumberbatch pareció a tantas personas, incluyendo a David Thomson, ‘el mejor actor de su generación’, quién sabe de lo que aún es capaz.

Ve a las segunda parte aquí

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