A pesar de que esta entrevista de Annabel Brog ya está en línea, aparecerá en la edición impresa de Elle UK del mes de diciembre del 2014. Varios meses atrás, se anunció la preventa de este número, que lleva a Benedict Cumberbatch en una de sus portadas para coleccionistas, y está disponible para comprar en la mayoría de los países. Es, a nuestro parecer, una de las entrevistas más particulares que se han hecho, pero sobre todo, la fuerza narrativa de Annabel es encantadora. [Trad: Dulce C., Lu. V y Tere T.]
Ser o no ser
¿Divertido o quisquilloso? ¿Inteligente o poco serio? ¿Reservado o refrescantemente sincero? O, si eres Benedict Cumberbatch, todas esas cosas a la vez. ELLE entra en un mundo de deliciosas contradicciones
Por Annabel Brog para Elle UK. Fotografía: Marc Hom. Vestuario: Michelle Duguid

En lo que respecta a días de trabajo, este -un espacio de 12 horas un viernes de agosto- fue uno de mis mejores. Si fuera una película, sería una comedia romántica de Richard Curtis por muchas razones, ofrece, sin ningún orden en particular: un paseo en un parque de Londres, la palabra ‘f * ck‘ repetidamente, un paseo en moto al atardecer, bromas colegiales, pequeños animales con pelo, el restaurante más pintoresco de Londres, huevos cocinados con mucho condimento, una extraña escena de sexo y un incómodo protagonista.
Tal vez es sólo la falta de práctica debido a que el protagonista, en este caso, es interpretado por Benedict Cumberbatch. Se trata de un actor que a pesar de una carrera de 14 años, 29 películas, 21 programas de televisión, 16 obras de teatro, 48 nominaciones a premios (y 17 ganados), en realidad nunca ha interpretado al protagonista romántico, no ha buscado adulación ni se ha imaginado como un rompecorazones. Y sin embargo, sucedió cuando hace cuatro años, una muy poco promocionada miniserie de la BBC se convirtió en un éxito mundial. Sherlock lo convirtió en la estrella de un millón y más de pervertidas fantasías de fanfiction.
ESCENA UNO: MOTOCICLETA. LONDRES. ATARDECER.

Ahora mismo estoy viviendo una de esas fantasías, aunque también estoy tratando seriamente de no darle un cabezazo a Benedict. Es una pelea que por desgracia estoy destinada a perder. «Lo siento», murmuro, cuando mi cabeza pega con la de él. Estoy montada como pasajera en su moto, detrás de él -una Honda CBF600- mientras conduce un poco imprudentemente a través del norte de Londres, por lo que al menos estamos usando cascos. «Siéntete libre de agarrarte fuerte», me dijo cuando nos subimos. Pero no me siento con la libertad. Aún con luz verde para envolverme alrededor del Sr. Cumberbatch, termino remilgadamente tomando su cintura con mis manos, creando un espacio incómodo entre nuestros cuerpos y que provoca que por reflejo le dé un cabezazo cada vez que baja la velocidad.
Trato aferrarme a él con mis rodillas, para tener cierto equilibrio. «Lo siento», digo de nuevo. «Sigo pensando que eres un caballo».
Él es, por supuesto, hipnotizantemente hermoso, pero Benedict ha construido una carrera interpretando hombres particularmente no sexuales. Cuando fui de pesca a YouTube para conseguir el alimento de todos los sueños altamente inventivos que inspira, no pude encontrar mucho. Interpretó a un adolescente obsesionado con el sexo en Fortysomething (2003), y hay una feroz escena de sexo de cinco segundos en Parade’s End (la miniserie de BBC2 estrenada en 2012 que protagonizó junto a su amiga Rebecca Hall), pero sobre todo… no hay escenas de amor. Y por supuesto, su Sherlock se abstiene de tener relaciones sexuales, aunque Benedict insiste: «Él es asexual por una razón, no porque no tenga un impulso sexual, sino porque lo suprime para hacer su trabajo. Las duchas frías, ver un montón de cadáveres… provocarían lo mismo en ti».
No obstante, a las mujeres les encanta Sherlock. «No es mi problema», dice Benedict. Sugiero vagamente que Sherlock sería en realidad un amante bastante malo: técnicamente competente, pero carente de entusiasmo. Benedict está sorprendido. También le gusta discutir. En primer lugar, no está de acuerdo conmigo. Entonces, cuando yo sigo sin estar convencida, procede a describir exactamente lo que Sherlock haría en la cama, con las palabras «látex», «porno», «entrar» y «explosivo». (N.T. La traducción de este apartado está más abajo en este texto.)
Así que no piensen menos de mí por haberme atrevido a abrazarlo en la moto, ¿de acuerdo?
ESCENA DOS: RÁPIDA SECUENCIA HACIA ADELANTE

Los próximos papeles de Benedict van a reiterar lo que ya sabemos: no interpreta papeles románticos; él tiene un impresionante rango como actor que puede robar el show en los éxitos de taquilla de Hollywood, como con Khan en Star Trek Into Darkness; puede defenderse de Meryl Streep y Julia Roberts (August: Osage County); y ha sido una visita obligada al teatro (en Frankenstein de Danny Boyle en el National Theatre de Londres).
Sin embargo, se ha superado a sí mismo con su última actuación en The Imitation Game, una fascinante y desgarradora película biográfica en la que retrata al brillante matemático Alan Turing – el hombre que rompió el código Enigma para los “Aliados” durante la Segunda Guerra Mundial y fundó la moderna ciencia de la computación, antes de ser vilipendiado por su país por ser homosexual. En la película, Benedict es en verdad nada menos que devastador.
Turing es otro genio; es notable que Cumberbatch parece especializarse en los hombres impulsados por el fervor intelectual -El profesor Stephen Hawking en Hawking, Julian Assange en The Fifth Estate, Sherlock – pero es testimonio de la habilidad de Benedict que sus prodigios apenas se consideran como de la misma especie. «Es muy tentador interpretar a estos personajes extraordinariamente complejos, porque es un lienzo muy amplio para trabajar como actor», explica. «[Pero] a mí realmente no me importa repetir [porque] Turing es tan diferente a Sherlock. Hay una sutileza real acerca de él; sus ademanes no son extravagantes, él no piensa tan bien de sí mismo».
Posterior a The Imitation Game, Benedict hace un giro inesperado en una comedia animada interpretando a un lobo de suave voz, el Agente Clasificado, en Los Pingüinos de Madagascar (‘¿Por qué? «John Malkovich interpreta al villano. ¿Te gustaría interpretar a una especie de figura cómica, héroe tipo Bond que recibe su merecido, y es chistoso?» «¡Sí, sí, creo que lo haría!»‘), seguido del papel estelar en la adaptación de Ricardo III en la serie Hollow Crown de la BBC. Su retrato del no-tan-bueno Rey Dick, con su joroba y su cojera y sus inclinaciones homicidas probablemente revolverán algunas cosas. «Probablemente no le concederías dos miradas, pero una vez que te tenía en su mirada… él es un hombre muy peligroso, encantador, poderoso».
Y entonces Hamlet, a quien Benedict abordará en el escenario el próximo verano. Otro hombre más bien asexuado, sugiero. «Dios mío, él posee una profundidad de espíritu que si lo dirigiera hacia ti, serías la mujer más feliz del mundo», responde Benedict, ofendido. Le digo que encuentro que Hamlet es un aburrido egocéntrico narcista, y casi me despelleja. «¿Cuál Hamlet has visto?». Cuando admito que mi opinión se basa en leer el puro texto, despotrica por once minutos enteros. «Sí, genial», dice bruscamente. «Ok, así que estás proyectando tu interpretación de un personaje de la palabra impresa. Debes ver una interpretación más allá de tu propia lectura. Tienes que hacerlo. No puedes decir que odias a Hamlet. Hamlet no sólo existe en un libro, ¡existe en la interpretación!».
Después se disculpa por teléfono: «Perdón, me puse un poco a la defensiva, ¿no?». Pero de hecho, fue más bien agradable el ser objeto de la mofa de Benedict, porque: 1) tenía toda la razón; 2) su torrente oratorio implicó una ejecución improvisada del discurso «inunda el escenario con lágrimas» de Hamlet, y fue espectacular; y 3) estuvo tan expuesto. Benedict es divertido y listo -es una gran compañía-, pero está luchando por seguir la línea entre ser genuino y complaciente con la gente, así que es bastante agradable cuando olvida ser precavido.
Al discutir sobre las fans que tratan de tomar su foto furtivamente, por ejemplo, puedes escuchar su deseo por adoptar un enfoque sólido. «Es agradable que la gente te lo pida. Pero cuando simplemente lo hace (imita a alguien sosteniendo furtivamente un teléfono con cámara, dejando caer la quijada a un lado), y generalmente hace así la boca, (lo hace nuevamente) entonces soy de armas tomar. Los interrogo. Dicen algo así: ‘¿Qué? ¿de qué estás hablando? No te he tomado foto?. Y yo: ‘Entonces déjame ver tu teléfono’. Y ellos: ‘No, no te voy a enseñar mi teléfono’, y yo (su voz se alza con indignación): ‘Bien, entonces no me tomes una maldita foto'».
Excepto que en realidad no dice esto último en voz alta. «No, no tanto», dice con arrepentimiento. «Pero en mi mente, en mi mente… hay veces en las que no me molesta, y otras veces me pongo: ‘En realidad estoy con alguien a quien estás ignorando del todo y estás parado ahí mientras tratas de tomarme una foto, y éste no es el momento correcto’. Entonces se alejan y pienso: ‘Dios, ¿Soy un patán? ¿Debería estar disponible todo el tiempo?’ Pero pienso: “No en realidad”’.
ESCENA TRES: SECUENCIA RETROSPECTIVA

Así que ésta es la historia hasta ahora. Benedict Timothy Carlton Cumberbatch nació hace 38 años teniendo como padres a Wanda Ventham y Timothy Carlton, un niño ‘propenso a momentos de hiperactividad, luego agotamiento y mal temperamento. También sobresociable, sobreamistoso, sobrecompartido’.
La suya fue una familia notablemente feliz. Sí, lo enviaron a un internado cuando tenía ocho años, pero no fue la traba que todos asumen: «Los primeros momentos de nudo-en-la-garganta fueron realmente horribles, pero fueron superados pronto por el puro regocijo de lo que estaba haciendo. Era como una fraternidad: navegar, campamentos, cricket y niños siendo niños y teniendo aventuras».
Después de eso otro internado, Harrow, a donde su mamá le escribía cartas decoradas con dibujos hechos a manos y le enviaba calcomanías, ‘una importante herramienta de intercambio en un internado de varones’. De hecho, dice, «tuve una gran niñez. Hasta la adolescencia, y entonces las preocupaciones usuales de adolescente comenzaron: ‘¿Por qué yo? ¿Soy diferente? ¿No estoy desarrollándome lo suficientemente rápido? ¿Dónde están las chicas?'»
Su escuela de un solo sexo no ofrecía mucha oportunidad con las chicas: «Claro que las besaba (en fiestas), pero era horrible; y estábamos todos ebrios. Ponlo así, hubo escenas de The Wolf Of Wall Street que me parecieron reales». A los 13 se unió a la sociedad coral para tener alguna forma de interacción femenina, y tuvo su primer enamoramiento real: «las fantasías floreciendo en mi cabeza… ¿qué podría preguntarle a ella? Viviremos una vida juntos, nos escribiremos poemas, esposa e hijos. Ella pudo haber sido mi primera novia. Ni siquiera una novia, sólo alguien con quien tenía algún tipo de relación». Una vez habló brevemente con ella. «Recuerdo haber hecho avances tentativos, y mi mano rozando su mano, y -ching***- estaba tan recargado: ‘¿Está pensando lo que estoy pensando? ¿Es eso posible?’. Tú sabes, maravillosos, maravillosos sentimientos románticos y, sin embargo, superar eso fue dolorosamente imposible».
Después de Harrow asistió a la Universidad de Manchester a estudiar drama, de lo cual no hablamos en realidad, pero no puedo imaginar que un chico como Benedict fuera a Manchester en los 90’s y no disfrutara de la gama de entretenimientos en oferta. Hizo algunos grandes amigos (uno de ellos, el juez Rob Rinder, ahora tiene un ‘reality show’ inspirado en el de la Juez Judy: Juez Rinder) y se enamoró de la actriz Olivia Poulet, con quien salió cerca de 12 años, durante los cuales él mismo se forjó una carrera altamente aclamada. No sólo en roles dramáticos, sino también mostrando un fino don para la comedia interpretando a absolutos perdedores, como Patrick Watts en Starter For 10 (‘Él era muy estúpido. Es más yo que cualquiera de los genios que he interpretado’), Martin Crieff en la serie de radio de BBC4 Cabin Pressure, o el desafortunado negociador de rehenes en Four Lions.
Todo indicaba que Benedict sería un actor talentoso, trabajando consistentemente, ganándose bien la vida (lo cual, a propósito, era todo lo que esperaba, y con lo que hubiera estado encantado), pero entonces… Sherlock. Adulación mundial. Y un año después, el rompimiento romántico con Olivia.
Eso debió haber sido algo grande, pienso: el adolescente sin sexo, seguido de un real y duradero amor, y luego emergiendo -en la mitad de sus años 30- para encontrar la mejor parte de la población femenina queriendo acostarse con él. Él admite que ‘reaaaaalmente es un arma de dos filos’. Que «es importante poder ser capaz de tener algo de la diversión que conlleva tu fama», pero también que «ya sabes, descubres por qué la gente te encuentra atractivo -en una relación o una aventura romántica-, y si solo es para tener un momento contigo, o probarte, entonces puedo olerlo a una milla de distancia». Él no permitió que eso lo hiciera un cínico. «Creo que en ese aspecto, la gente a mi alrededor es mucho más protectora de mí de lo que yo soy».
Pero haciendo de lado la ‘diversión que conlleva su fama’, Benedict busca el cuento de hadas. Ha sido abierto en el pasado acerca de querer casarse y tener hijos, y luego dejó de hablar sobre eso – «El por qué todavía no lo he logrado se convierte en un tema de conversación nacional. Tú sabes: »¿No puede conservar una relación?» Pero cuando le pregunto dónde quiere estar dentro de 30 años, dice: «Puedo imaginarme que miraré hacia atrás a ese punto de mi vida y pensar, ‘Wow, eso fue realmente extraordinario’. Pero al mismo tiempo, espero que al mirar atrás diga, ‘Oh, ese fue el momento en el que seguí con mi vida y me di cuenta de las cosas más allá de mí mismo’. Sin utilizar las palabras “matrimonio”, “hijos” y “familia” -aunque acabo de usar esas palabras- ponlo de esta manera: ‘Espero tener a alguien más a mi lado en ese punto cuando mire hacía atrás. Espero estar rodeado de familia’. Supongo que Benedict es un hombre enamorado y ya está haciendo planes.
ESCENA CUATRO: EL CHILTERN FIREHOUSE, MARYLEBONE, CABINA PRIVADA CON VENTANILLA AL BAR

Benedict está hablando por teléfono con su mejor amigo Adam, quien nos acompañará en el Chiltern Firehouse para tomar unas copas. «Voy a decirte qué bebida ordenar», murmura en el auricular. «Pero no quiero decirlo en voz alta porque quiero ordenar uno para ella [esa soy yo] y no quiero que escuche el nombre porque es muy chistoso».
Nos acomodamos en el privado del bar, ocultos de los ojos de fisgones, con una ventana que daba directo al bar. Termina su llamada y se inclina hacia adelante: «¿Te gustaría un rapidín antes de la cena?», me pregunta. Entonces llama a través de la ventanilla: «Dos Rapidines Antes de la Cena», le dice al barman.
He visto a muchos Benedicts el día de hoy. Estaba el Benedict invisible con el que caminé en Hampstead Heat, que deliberadamente mantenía la cabeza agachada (y de seguro sabiamente) evitando contacto visual con los turistas, jóvenes madres y chicas preadolescentes jugando softball – aunque estaba encantado con una pequeña haciendo pipí en el pasto: «Oh, mira, está haciendo pis. Ahora su mamá está esperándola».
Y también estaba el encantador y carismático profesional en nuestra sesión de fotos, que se ganó al equipo de ELLE con su entusiasta respuesta para usar jeans A.P.C., tenis Adidas, Bunny (un conejo que, dado el pelaje castaño, guarda un cierto parecido al mismo Cumberbatch), y anteojos Karl Lagerfeld, lo cual le dio pie para una asombrosa caracterización del hombre mismo.
Y entonces estuvo el Benedict que entrevisté, un poco receloso, virando bruscamente entre honestidad y cortesía, mientras exhibía pequeños destellos de inseguridad en una tendencia a expresar crítica imaginaria sobre él mismo antes de que alguien más pueda hacerlo.
Pero éste es el Benedict con el que me imagino que pasan tiempo sus amigos. Con humor seco, muy juvenil para un hombre de casi 40 años, malhablado, gracioso. Éste, valga decir, es mi Benedict favorito. Pienso que para esta hora ha olvidado cuidarse de la impresión que da, lo cual por supuesto significa que da una magnífica impresión.
Por ejemplo, se me obsequia una improvisación cómica cuyo tema son sus coestrellas: «Él es quien ha recibido todas las malditas condecoraciones», dice sobre su coestrella de Sherlock, Martin Freeman. «Pienso que se ha reconocido lo bueno que es. Pienso que le haría bien tragarse el orgullo y darse cuenta de que está trabajando con un genio». ¿Es eso un hecho?, le digo. ¿Entonces cómo es el genio en un concurso de humildad? «Muy bueno, de hecho. Mis conocimientos generales no son tan malos». Me lanza una diabólica mirada petulante, baja la voz. «Pero nunca lo sabrás, ¿verdad?».
Ordenamos una selección de bocadillos del bar para poder continuar hasta que llega Adam, y Benedict está entusiasmado con la idea de huevos rellenos y yo estoy horrorizada. Me dice que The X Factor lo hace llorar. «Como todo el mundo, estoy más cerca de reír o llorar cuando estoy más cansado de lo habitual. Ahí es cuando los segmentos de The X Factor pueden llegarme, en un momento débil al final de una larga semana. Otra historia bien editada, independientemente de lo predecible, todavía puede llegarme hasta las entrañas».
Adam llega y cuando les digo que tienen el apartado del bar para toda la noche, chocan manos y chasquean dedos y de hecho Benedict dice ‘boom’. «Normalmente no hacemos eso», dice apresuradamente. «Esto fue parte del show, Annabel». Fue un movimiento demasiado fluido para gente que nunca ha hecho eso antes.
«Cuando lo conocí, era la persona que pintaba conmigo el cuarto del bebé, que venía y reía conmigo viendo películas», dice Adam cuando Benedict va al baño. «Nunca fue algo más. Todo esto (ondea la mano vagamente en dirección a la fama y el glamour), lo encontramos muy cómico. Obviamente, es increíble y él lo merece y es un beneficio, pero él siempre ha sido simplemente mi Benedict».
Parece justo darle a Benedict la última palabra, así que mientras me marcho, le pregunto lo que él espera que yo piense de él. Al principio está horrorizado. «Eso es terrible. Como si hubiera tratado de manipularte hacía un punto de vista mío, y espero no haberlo hecho». Entonces aprovecha la oportunidad. «Así. Unas pocas pinceladas generales. Honesto hasta cierto grado. Buena compañía. Buen conductor de motocicleta. Alguien que está a gusto en su propia piel. Y alguien que está disfrutando su vida en el momento, porque lo estoy. En verdad lo estoy».
Benedict Cumberbatch habla de sexo y Sherlock.
Durante el transcurso del día, terminamos por hablar de sexo. Especificamente Sherlock y el sexo. Encontramos intrigante que las mujeres inteligentes (y hombres también) estén tan atraídas por el Sherlock Holmes de Cumberbatch, a pesar del hecho de que el personaje de la adaptación de la BBC es virgen, sociópata y, creemos, probablemente sería malo en la cama si algún día tuviera que renunciar a la susodicha virginidad.La historia sexual de Sherlock, parte II Si Sherlock tuviera sexo… con Molly Hicimos una hermosa película del Sr. Cumberbatch en el set. E hicimos otra, muy divertida de él jugando «asociación de palabras» (ya que se negó a hacer un concurso de bar con nosotros).
Muchas gracias por traducirla. La había leído en inglés, pero no es lo mismo! Aunque aún no puedo entender por qué tanta gente decía que había sido un escándalo.
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Jajaja, es que la narrativa es realmente para matar de celos a cualquiera
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Lo polémico Leandra segun muchas es lo de las fans y lo que piensa de las fotos tomadas sin permiso, que por otro lado polémico o no, tiene toda la razón del mundo y encima el pobre se siente culpable y se cuestiona si esta comportándose mal, es un tierno total. Gracias por tu esfuerzo en la traducción.
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¡Gracias! ¿Asì que se enojaron por eso? Vaya…
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