A esta hora el año que viene, Benedict Cumberbatch hará su debut como Hamlet en el Barbican. Los medios han pronosticado una «carrera frenética», una «incomparable estampida de taquilla» y una «demanda sin precedentes» para las entradas, que salen a la venta hoy, debido al atractivo de su estrella.
Eso es lo que va a pasar. En realidad es sólo la primera etapa de las reservaciones prioritarias la que se abre hoy, el público en general no tendrá la oportunidad de comprar entradas por otros diez días, pero con más de 3,000 personas que se han inscrito a la membresía del Barbican en los últimos tres meses, el sitio web puede estar hoy bajo cierta tensión. Sin embargo, habrá también 100 asientos adicionales a £ 10 puestos a disposición en cada función conforme se acerque la fecha. Podemos esperar filas extendiéndose a través de Londres.
El surgimiento y auge de Cumberbatch ha sido algo digno de contemplar. Este geeky egresado de Harrow, ahora de 38 años, con su color desvaído, los pequeños ojos oblicuos y su propensión a parlotear, ahora aparece regularmente en las listas de los hombres más sexy/más influyentes/más codiciados del mundo. Mi favorito de los últimos tiempos es la presentación de él el año pasado en el número cinco del ranking de las personas más fascinantes del mundo en la lista Tatler – por debajo de Clare Balding, pero por encima de la Duquesa de Cambridge.
Y aún cuando dichas listas carecen de importancia y su febril supuesto de que tienen una importancia más allá del mundo de la actuación, Cumberbatch merece una gran dosis de adulación. Por una parte, la buena suerte y eventos accidentales, así como algunas sensibles decisiones en su carrera, han propulsado hacia adelante a un verdadero talento. Hoy día, no hay mejor actor británico trabajando con el nivel de fama de Cumberbatch. Hace mucho tiempo que superó su punto de comparación obvia en el mundo de la televisión británica, el astuto David Tennant. Ya rebasó a su en algún momento compañero de reparto, James McAvoy, en cuanto al alcance y profundidad de sus roles. En su lugar, ahora comparte créditos y tiene lo suyo propio al lado de Mery Streep (en August: Osage County)
Es útil tener en cuenta su trabajo antes de 2010, cuando su interpretación mercurial de Sherlock Holmes en la versión de la BBC One, impresionó tanto al mundo que lo convirtió en una estrella internacional. En teatro se destacó en las partes que requerían una especie de torpeza intencional, ya sea como el marido nerd de Hedda Gabler, Jørgen Tesman, en la obra de Ibsen, abusado continuamente por su esposa o el egoísta auto-destructivo David Scott-Fowler en After the Dance de Terence Rattigan. Ofreció personajes con mucho que objetar, pero con una humanidad que era desgarradoramente reconocible. Podía hacernos amarles incluso cuando perdimos la esperanza en ellos – un truco que también utilizó de manera particularmente conmovedora en el poco visto filme británico Third Star, donde interpretó a un hombre enfermo en fase terminal.
Cumberbatch actúa con tal sutileza porque es brillante. Puede hacer lo complejo porque lo comprende. Dice Richard Eyre, quien lo dirigió en Hedda, «Benedict es ingenioso, volátil… razonado y experto. Es muy inteligente pero no lo demuestra comentando sobre el personaje que está interpretando». Tiene una rara habilidad para permanecer presente en el momento de la escena que está interpretando, sin actuar como si estuviera anticipando eventos que están por suceder. Susanna White, quien lo dirigió como Christopher Tietjens en la adaptación de la BBC de la novela de Madox Ford, «Parade’s End», explica que «a él le encanta probar diferentes formas de una escena. Algunos actores llegan con una completa colección de ideas sobre cómo quieren interpretar una escena. Él no es así. Frecuentemente solo trabaja en el momento».
Cumberbatch también es un experto en explotar el momento. La mayoría imagina sus camaleónicos cambios de expresión como Sherlock. Pero él permite más alma dentro de su tristemente menospreciada interpretación como el afligido Tietjens (recibió una nominación al Emmy, pero Bafta se quedó dormido); en una escena al final del primer episodio se le ve acariciando su caballo como anhelando algún tipo de comunión, mientras deja titilar en su rostro toda la tristeza de tener una esposa infiel. Y casi se robó la película «Atonement» de 2007, con su diminuta parte como el rico y arrogante Paul Marshall. Su interpretación gira alrededor de la escalofriante secuencia cuando le da a una chica de 15 años una barra de chocolate y le dice «Muérdelo, tienes que morderlo», mientras sus ojos de halcón se estrechan y sus labios repentinamente lascivos quedan levemente abiertos. Después Marshall la viola.
Desde Sherlock, los papeles de Cumberbatch en el cine se han vuelto más majestuosos, desde interpretar a un villano en «Star Trek» o un mayor en «War Horse», hasta el consentido caído en desgracia de la izquierda, Julian Assange. Pero siempre recuerda el detalle, se esfuerza por el matiz. En la película «12 Años Esclavo» de Steve McQueen, da una interpretación profundamente conmovedora como dueño de esclavos con una decencia comprometida. Pero me hubiera gustado que le dieran el papel bueno, que fue para Michael Fassbender, como el más evidentemente malvado Master Epps. Fassbender lo interpretó como un sádico inexplicable, pero sospecho que Cumberbatch hubiera encontrado momentos para hacerlo un ser humano y retratar el autodesprecio que debió haberlo impulsado.
Una palabra sobre Cumberbatch, el hombre. Susanna White habla sobre cómo «hay una bondad y gentileza esencial sobre él». Un director amigo mío lo audicionó para una pequeña película antes de ser famoso. No era adecuado para el papel, pero el director casi se lo dio por ser tan encantador y genuino. Yo misma pasé media hora con Cumberbatch entrevistándolo, durante la cual fue impecablemente amable, elogioso, cálido y generoso, y además hablando hasta por los codos. Fue en la época en la que dijo cosas no muy halagadoras sobre «Downtown Abbey», pero escuché esas palabras en su contexto -después negadas en algunas publicaciones-, al acompañar amplios elogios sobre el show y sus actores.
No todos los grandes actores hacen un gran Hamlet. Ralph Fiennes fue extrañamente bidimensional; Michael Sheen lo interpretó hace un par de años tan totalmente mal entendido que fue imposible darle sentido a las motivaciones del personaje. Pero Cumberbatch seguramente tiene la habilidad para llevar el yugo de la melancolía, el salvaje optimismo y la nobleza de este su más fascinante e irresuelto papel. Él deberá, ciertamente, hacer un dulce príncipe.
ojala dejaras una guia de como conseguir entradas para el teatro, yo ya me registre en la pagina del Barbican pero aun no compre membresia, no se si sea necesario si acaso saldran entradas para el publico en general o si de todas formas tengo que comprar membresia, y si compro dos entradas la otra persona tiene que tener membresia o no, la verdad es que se me hizo todo muy confuso y tengo planes para viajar a londres a finales de agosto del 2015
genial el articulo
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