¿Héroe o traidor? ¡Ustedes tienen la decisión! Lean la síntesis de Lu V.
La película abre en el año 2010, durante una conferencia de prensa donde Julian Assange (Benedict Cumberbatch) anuncia que WikiLeaks publicará los diarios de guerra de Afganistán. Casi de inmediato retrocedemos a 2007, cuando inicia la asociación un tanto informal entre Assange y un joven alemán experto en tecnología con quien había tenido contacto por e-mail, Daniel Domscheit-Berg (Daniel Brühl). Se conocen en persona durante un evento sobre computación en Berlín y Daniel queda fascinado ante el genio y el raro encanto de Assange, mientras que éste decide aprovechar esa admiración en vista de que el joven cuenta con la suficiente habilidad técnica como para apoyarlo en el proyecto al cual le ha dedicado sus últimos años: WikiLeaks. Le explica qué es una plataforma en internet, encriptada de tal manera que informantes pueden subir de forma anónima documentos e información sobre organizaciones privadas o gubernamentales que se mantiene en secreto al resto de la población.
Assange le menciona que tiene muchos colaboradores procesando toda la información y manteniendo contacto con sus informantes, y a Daniel le vienen imágenes en donde estas personas ocupan un enorme cuarto con cientos de escritorios, archivos y laptops. De paso Assange habla sobre su niñez en su natal Melbourne. Son historias poco placenteras sobre un padrastro que arrastró a su madre y a él a una secta que aplicaba una durísima disciplina con los niños. Le dice un poco en broma, un poco lamentándose: “desde entonces mi cabello es blanco”. Es el primer atisbo sobre quién es Julian Assange, aunque en general este hombre permanece como un enigma que Daniel jamás podrá descifrar totalmente, ni él ni nadie más.
El primer trabajo de Domscheit-Berg con Assange consiste en entrevistarse con un informante de Julius Baer, un banco suizo que efectuaba oscuras transacciones a través de cuentas en las Islas Caimán, y al publicarse la información en WikiLeaks, los abogados del banco consiguen cerrar temporalmente la plataforma, pero un juez decide a favor del portal y abre nuevamente, tambaleando así el nombre de la poderosa corporación. Es la primera victoria para Daniel, y desear compartir el triunfo con los supuestos colaboradores que habían ayudado en el caso. Assange le confiesa que esas personas no existen, y que WikiLeaks está conformado por él mismo, su laptop, cientos de nombres falsos como protección… y Daniel Berg, si así lo desea.
El joven titubea ante el tremendo riesgo que estaría tomando; también se da cuenta que Julian Assange es un hombre de secretos y verdades a medias, y de quien no está muy seguro de poder confiar plenamente. Pero Daniel es idealista, siente un fuerte compromiso ante quien ya ve como su mentor, y quizá, de alguna manera, siente fluir adrenalina ante la aventura que está a punto de emprender. Al acceder a colaborar, también va entregando poco a poco todo lo que es y todo lo que tiene a Assange y a WikiLeaks: renuncia a su trabajo, cede sus ahorros para poder adquirir mejor equipo, y ante la filosofía de Assange en el sentido de que una misión de tal magnitud requiere sacrificar incluso la vida en familia, su relación sentimental con Anke (Alicia Vikander) se tambalea.
Por tres años Daniel Berg es la mano derecha de Assange, revelando a través de WikiLeaks mucho material desconocido por el ciudadano común, como secretos sobre L. Ron Hubbard y la Cientología, la política estadounidense Sarah Palin y los fraudes electorales en Kenya. Assange va ganándose el respeto de casas editoriales de la talla del diario inglés The Guardian, la revista alemana Der Spiegel y el afamado The New York Times, a la vez que se hace de más colaboradores y consigue apoyo económico por parte de quienes apoyan su proyecto. Pero también llega a llamar la atención del gobierno norteamericano: la asesora diplomática Sarah Shaw (Laura Linney) no lo pierde de vista desde que WikiLeaks publica los casi 500,000 mensajes de texto que fueron enviados por militares y civiles durante las primeras 24 horas después de los atentados del 11 de septiembre, temiendo -no sin razón- que en el futuro Assange tendrá acceso a todavía más información desde adentro de las mismas instancias gubernamentales de los Estados Unidos.
Cuando la tragedia alcanza a un par de informantes de Kenya debido a las revelaciones que hacen sobre los fraudes electorales de su gobierno, surge el conflicto entre Daniel y Julian en cuanto a cuál es la prioridad de WikiLeaks: ¿Proteger la identidad de sus informantes o publicar información a costa de vidas humanas? Daniel se va por lo primero y comienza a sospechar que para Assange es más bien lo segundo. Pero la verdadera crisis explota cuando Bradley Manning, un oficial de inteligencia del ejército norteamericano, les brinda una colosal cantidad de documentos y cables que forman parte de los diarios de guerra de Iraq y Afganistán. The Guardian y Der Spiegel ofrecen colaborar con la publicación de los cables, con la condición de revisarla cuidadosamente para proteger a todas las fuentes que se mencionan en los documentos. Assange acepta de mala gana, pero la creciente desconfianza que siente Daniel hacia él le hace dudar de que en realidad vaya a cumplir con esa condición, abriéndose cada vez más la brecha entre ellos y marcando el principio del fin de su colaboración y de su amistad.